¿Consumimos café o un anticuario?

El café a lo vintage

Los últimos años las principales capitales del país han experimentado un nuevo gusto en el consumo de café. Las clásicas cafeterías tuvieron que adaptarse a un nuevo modelo de negocio, otro concepto para los clientes y su café basado en el diseño de interiores, la recolección de objetos antiguos y la juventud clase mediera como nicho de mercado. Aquí destacan dos palabras: Vintage y Typica. La primera hace alusión a un modo nostálgico y actualizador de apropiación de lo antiguo, ya volveremos sobre eso. La segunda es el nombre de la empresa pionera en la producción y especialización del consumo de café, también ya hablaremos más de eso.

El crecimiento económico del país en la última década y media, hizo posible un mayor consumo de la clase media y todas las clases sociales en general. Las cafeterías generan identidad en los sectores culturales y pseudo bohemios de cada ciudad. Pensando en ciudades como Buenos Aires o Ciudad de México, rememoro las cafeterías de Palermo y La Condesa. Dos barrios hípsters/vintage y dos palabras que pueden significarse sinonímicamente. Lo vintage también puede connotar a una cafetería oriunda de los suburbios de la Zona Sur de La Paz. Incluso el nombre es sugestivo: Typica. En la jerga suburbana paceña la expresión “típica” deriva del verbo tipificar, que según la RAE significa: Ajustar varias cosas semejantes a un tipo o norma común. Es típic@ cuando la norma común de una o varias cosas se repite en el tiempo. Por ejemplo, en Bolivia es típico el esperar un mal resultado de la selección boliviana de futbol.

Volvamos a lo vintage. Se dice hípster/vintage a la preservación de lo antiguo con motivo de actualizar el valor de lo añejo. Los anticuarios vistos como reserva natural, diríamos. Las antiguas radios, máquinas de escribir, máquinas de coser, balanzas de carnicería, primeras televisiones, tocadiscos, muebles decimonónicos, libros de cuero, fotografías en blanco y negro, etc. Imaginemos la mezcolanza de todos estos objetos combinados con el criterio estético de un diseñador de interiores más café especializado y barismo, y tendremos como resultado a la cafetería Typica.

Ya es muy sabido que lo hípster es rentable en los millenials, eso a nivel mundial. El teórico cultural Mark Fisher, lo ve como un fenómeno constitutivo en la cultura de masas actual. El joven millenial al no poder imaginar un futuro distinto al de sus padres y abuelos, cancela el futuro apropiándose nostálgicamente de los elementos más atractivos del pasado. La moda, los peinados y los ritmos de los 50s,60s,70s,80s vuelven al siglo XXI con más fuerza que nunca. El síntoma de presente perpetuo es la cultura vintage y Bolivia no es la excepción.

La creatividad de los cafeteros de Typica es haber vuelto típico su concepto y modelo de negocios. Este artículo no es una nota publicitaria a la cafetería, sino más bien, un intento de mostrar como lo vintage gusta tanto a un segmento importante de la población. Sin duda cabe resaltar el éxito de esta cafetería en específico, su modelo de negocio como ideal de cafetería boliviana. Typica tipificó la receta para una cafetería exitosa. Al día de hoy, hay una cafetería Typica en casi todas las ciudades de Bolivia. En lo que se refiere a las competencias diremos que el verdadero éxito se mide cuando tu rival adopta tus términos para poder superarte. Otras cafeterías se dieron cuenta que, a la gente joven y no tan joven, le encanta tomarse un café de calidad alrededor de objetos de antaño mientras escucha jazz en una mesa de roble y tejidos andinos al lado de una fotografía en blanco y negro y una edición antigua de Cien Años de Soledad. Se me vienen a la mente otras cafeterías del centro de la ciudad y una de la ciudad de El Alto. Tenemos a Café Bronze, Café con Pan y Rayuela con sus variaciones de lo vintage. En El Alto está el Café AMTA y sus fusiones culinarias andinas junto a sus muebles decimonónicos. En la ciudad de Cochabamba la pastelería especializada de El Encanto ofrecerá pizzas de masa madre en una casa colonial en el centro de la ciudad.

Las variaciones hípsters de todas estas cafeterías se llenan de gentes de varias generaciones al ritmo del rock latinoamericano, la bossa nova, el jazz, el blues, objetos de anticuario y café especializado elaborado por baristas calificados. A los bolivianos nos gusta tomar café a lo vintage mientras rechina la madera antiquísima del suelo en una esquina llena de libros y plantas. A mi juicio, todas estas cafeterías le deben más a su diseñador de interiores que a la calidad de su café. Podríamos concluir diciendo, que las burguesías bolivianas se han visto contaminadas por la hipsterización de sus formas de consumo. El análisis de las causales de esta re-valorización de la nostalgia, tendrá que ser para otra ocasión. Disfrutemos de la mutación dialéctica del lamento boliviano (negatividad) a la nostalgia boliviana (negación afirmativa dentro de la diferencia).

  Fuente: Diego Otero

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