Una noche estrellada en el Salar de Uyuni

El Salar de Uyuni

Maravilla Universal! Las más diversas expresiones de asombro se han empleado a lo largo del tiempo para describir El Salar de Uyuni, todo con el fin de reflejar las sensaciones más hondas y profundas de grandeza, belleza, sorpresa y fascinación que provoca en todo ser humano visitar el desierto blanco más extenso del orbe, la mayor acumulación salina del planeta o simplemente el lugar más enigmático de este mundo.

Uno se preguntará, ¿qué ocasiona ese cúmulo de impresiones que deja absortos y estupefactos a todos quienes se asoman a sus contornos o se internan en la inmensidad de su planicie blanca? Es una sensación de paz, de quietud, de sentir que todo parece evanecerse en un horizonte blanco, donde el ser humano se siente ingresando en otro mundo que aún debe descubrir y comprender.

Estas son apenas algunas  formas de reflejar la impresión que causa en el ser humano este paraje único del mundo y no hay manera de agotar el sinfín de sensaciones que desata en los seres humanos su imponente presencia. Por ello, no proseguiremos en este vano intento de tratar de resumir las emociones que provoca, pues cada quien deberá comprobarlo por sí mismo. Con ello queremos decir que el extraordinario poder de atracción del Salar de Uyuni radica en la comunicación personalísima que se establece entre cada ser humano y el Salar, en el mensaje que cada quien extrae y colige a partir de sus propias expectativas y deseos, de sus propias añoranzas e inquietudes. Por ello, el contacto personal con el Salar de Uyuni es único, insustituible.

De ahí que lo más provechoso para esta nota será facilitar algunos datos sobre este sitio maravilloso, y presentar algunas imágenes que ayuden a traducir o expresar su grandiosidad. Lo demás deberá ser dejado a ese mágico encuentro que se pueda establecer en algún momento entre cada visitante y el Salar.

Lo mejor, será contar brevemente su historia de formación y describir los elementos que han contribuido a configurarlo.

El Salar de Uyuni, localizado en Potosí, es una de las obras maestras de nuestra Madre Naturaleza en Los Andes que se ha valido de cuatro apoyos extraordinarios: el gran Altiplano andino, la Cordillera Oriental o Real, la Cordillera Occidental o Volcánica y el ingrediente mágico que le confiere a toda la obra su marca de distinción: su carácter endorreico o cerrado.

Empecemos por este último punto. Endorreico significa confinado, cercado, sitiado. Toda corriente de agua tiende naturalmente a desembocar en el mar, por obra y acción de la fuerza de gravedad. Pero ello no acontece en la inmensa altiplanicie en que se encuentra el Salar de Uyuni: las aguas que se acumulan en la altiplanicie andina, donde se encuentran el Lago Titicaca, el Lago Poopó, el Salar de Coipasa, el río Desaguadero y numerosas otras corrientes, no desembocan en ningún mar, sino que permanecen en la altiplanicie, mejor, se insumen en ella y van formando los salares que se hallan en ella. La acción de las fuerzas de la naturaleza, entre ellas la poderosa radiación solar, las temperaturas y los vientos, se encargan del resto, todo con el expreso afán de producir sal, por doquiera que sea. Todo el Altiplano andino que se halla a una altitud que varía entre los 3810 y los 3664 metros sobre el nivel del mar y se extiende a lo largo de 500 km entre el Lago Titikaka y el Salar de Uyuni, es un lugar apto para la formación de costras salinas y para la producción de sal.

La Cordillera de Los Andes se abre al ingresar a Bolivia en el Nudo de Vilcanota (en la frontera con el Perú) en dos grandes ramales que conforman las dos grandes cadenas montañosas, la Oriental o Real y la Occidental o Volcánica, que han dado lugar a la Altiplanicie andina y tienen la misión de mantener confinada el agua, es decir, evitar que escurra hacia los mares. Todo parece estar meticulosamente pensado y calculado para contener las aguas, para retenerlas y aprovecharlas en las alturas, para generar la planicie de sal más extensa y blanca del mundo, para producir sal y muchos otros minerales. Son decenas de ríos, casi todos estacionales, los que alimentan con sus aguas el Salar, entre ellos Aroma, Kollpa Mayu, Khamaque, río Puca Mayu, Yana Unu y Grande de Lípez.

El salar tiene una superficie de 10.720 km2, equivalente a 1,3 millones de campos de fútbol, una superficie que puede ser distinguida a ojos vista desde una nave espacial. Se estima que existen 11 capas de sal con espesores variables, pero que en conjunto la profundidad del salar superaría los 120 metros. Dichas capas se componen de litio, boro, potasio, magnesio, bórax y sulfatos de sodio, entre ellos la ulexita, la llamada «piedra televisión», una riqueza mineralógica impresionante por su diversidad. Todo este material permite producir la superficie reflectante más intensa del planeta, al punto que se emplea para calibrar satélites y otros sensores remotos. El litio se convertirá en la nueva fuente de energía limpia para cargar las baterías de los vehículos eléctricos, todo un cambio tecnológico mundial que provendrá principalmente del Salar de Uyuni.

Todo este conjunto impresionante de fuerzas telúricas y de recursos ha convertido al Salar de Uyuni en un atractivo turístico de la máxima categoría mundial. Actualmente es junto con el Lago Titicaca el principal destino turístico de Bolivia.

La flora y fauna del Salar son únicas en su género, como lo demuestran las diversas especies de flamencos que pululan en la región y las lagunas circundantes, así como los cactus gigantes de hasta 10 m de altura que se hallan en la Isla del Pescado y otros islotes, conformados por promontorios de tierra que se levantan en medio del mar de sal. También la obra del hombre ha contribuido a enriquecer su atractivo con la construcción de varias edificaciones y hoteles edificados con bloques de sal, característica que los ubican entre los hoteles más extravagantes del mundo. El turismo comunitario –compartir unos días de la vida de los alpaqueros, los productores de quinua real o los productores de sal de la zona-, o visitar el más impresionante cementerio de locomotoras en Uyuni, son otros atractivos del ya fabuloso y legendario Salar de Uyuni.

¿Qué más decir sobre el Salar? Posiblemente sea la mejor evidencia que la naturaleza es intencional, que busca producir o generar ciertos resultados de modo inevitable, que toda su creación estaba prevista desde los orígenes mismos de todos los tiempos, pues sin premeditación expresa y anticipada el Creador no podría haber producido esta maravilla. Sólo queda decir: vengan al Salar de Uyuni, háganlo suyo, visítenlo, propónganse recorrerlo, es una experiencia inolvidable.

Unos comentarios sobre la experiencia vivida en el Salar de Uyuni, tomados de páginas web:

“….soy de México y fui al salar de Uyuni: créanme viajeros, es el lugar más impresionante del mundo, es el lugar más plano de la tierra y cuando está seco pueden ver la curvatura de la tierra, pero cuando llueve waaa!!, estás caminando en el cielo, todo es espejo para donde mires eso es lo espectacular.”  Vatouu

“….el salar es como si estas en el cielo es tan increíble que tantas cosas maravillosas y lindas se llenan en el corazón: nobleza, amor y humildad y amistad. Fui muy afortunada de estar allí”  Isabel

“Realmente el Salar es una de las creaciones más hermosas que hay en la tierra, yo fui por unos días y me quede un año, y realmente entrando a ese lugar, estando en el, en el medio de ese inmenso firmamento, uno se siente tan pequeño, y tan libre a la vez, que quisieras que todo el mundo lo conociera y sienta esa paz interior a que te mueve, y tal vez, solo tal vez de esa manera este mundo sea mejor.” Luis Alarcón

Fuente: Carlos Rodrigo Zapata C.

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